sábado, 28 de julio de 2012

Un cielo diferente...

Desperté ese día pensando que sería mejor, que todo estaría bien, ¡tonta!


Salí a la calle, estaba sola, muchas ideas corrían por mi mente... Muerte... Sangre... Decepción...




Jamás pude ser lo que los demás esperaban de mi, le había fallado a todos. Todo lo que hacía siempre estaba mal, siempre, "¿Qué no puedes hacer nada bien?" esas palabras estaban ahora marcadas para siempre en mi alma, tatuadas en lo más profundo de mi. Yo era tan miedosa, para todo, no creía tener el valor para poder quitarme la vida, pero había aprendido a callar lo que sentía, a dibujarlo con una sonrisa; me hundí en la música, en el alcohol. Sola, en mi cama, mirando hacia el techo, sintiendo como todo daba vueltas, estaba mareada; me levanté y busqué algo donde apoyarme, sostuve mi cabeza con una mano, me dolía, y de pronto, sentí algo húmedo, lleve mi mano hacia donde la pudiera ver, eso era ¿sangre?  Me desvanecí en el suelo.

...



No sé que fue lo que pasó, ahora yo estaba en el hospital, ¿Cómo había llegado ahí? no tenía nadie, y nadie sabía que yo me encontraba ahí, inconsciente. Comencé a llorar, ¿Por qué no me había dejado morir? ¿Por qué? Si tan sólo estaba estorbando en este mundo. Intenté levantarme de la cama, pero estaba atada por unos tubos, los arranqué de mi piel, no me importó el dolor, la sangré corría y un espantoso sonido salía de algún aparato, la bata comenzó a bañarse de escarlata. Caminé sin saber a donde ir, sólo quería irme de ahí, no debía estar ahí, yo, yo tenía que morir, no sé de donde saqué el valor de decirlo, quizá era la adrenalina que ahora corría por mis venas cubriendo cada parte de mi cuerpo. No había nadie que me lo impidiera, nadie me extrañaría ni se acordaría de mi y así, por primera vez en mucho tiempo comencé a sonreír de verdad, no tuve que forzar la sonrisa que ahora se veía en mi rostro, no, esta vez no, esta vez iba a ser diferente, comencé a buscar algo sin saber que era, sólo sabía que cuando lo viera, entonces habría terminado todo.
"¿Quién es la miedosa ahora?" recorrí los pasillos de aquel lugar, nadie me veía, era invisible, las punzadas de dolor comenzaron a fluir con más fuerza, no importó. Quería cambiar, que por primera vez en mi vida pudiera hacer algo bien, ser valiente. Entonces, la vi, una salida. Abrí la puerta y la luz del sol me cegó durante unos instantes, ¿siempre era tan brillante? no lo recordaba así, para mi el cielo siempre había sido opaco, siempre el mismo. Caminé hacia la orilla del techo, contemplé todo, tenía el mundo a mis pies; extendí los brazos y deje que el viento jugara con cada cabello, sentía el calor del sol recorrer mi piel, incluso el dolor ya no lo sentía. Comencé a caer, sin dejar de sonreír ni cerrar los brazos, aquello se sentía tan bien, yo estaba viva, vivía y luego todo terminó...

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