martes, 10 de enero de 2017

Y el mundo continuo girando...

Ahí estábamos, acostadas en el pasto, ella con los ojos cerrados y yo admirando como la luz del sol la hacía aún más radiante, no podía dejar de mirarla, de recorrer su cabello con mis dedos, de repasar cada detalle de su rostro, quería grabar para siempre este momento, incluso el tiempo se apiadó de mí e hizo que esos minutos se volviera horas, quería decirle tantas cosas, quería decirle que jamás había visto a un ser tan bello como ella, quería tomarla, sostenerla entre mis brazos, poder sentirla tan cerca pero no lo hice, solo me quede ahí mirándola, siendo cobarde una vez más.

La tierra continuaba girando, alce la vista al cielo agradeciendo por aquellos momentos, pensando en la carta que había escrito, tenía que decirle, ya no había vuelta atrás, separe mis labios para pronunciar las palabras "solo dos palabras, solo eso tienes que decirle" pero no podía, estaba congelada y en medio del tornado que estaba sucediendo en mi interior ella abrió los ojos, me pregunto por la hora y después partimos, nunca había sentido mi corazón latir tan rápido, no sé que me daba más miedo, si un rechazo o una respuesta afirmativa. Comenzamos la trayectoria hacia su destino, no me quedaba mucho tiempo, tenía que decirlo, pero las palabras no salían de mi boca, tenía solo ganas de tomarla por los brazos y besarla suavemente, hubiera dado lo que fuera por saber sus pensamientos, pero quizá ella solo estaba ajena a todo lo que pasaba por mi cabeza, justo antes de dejarla en su casa, encontré el valor suficiente y se lo dije, le dije lo que debí haberle dicho la segunda vez que nos vimos, lo que debí haberle dicho hace tres años, finalmente las palabras fluyeron, no esperaba una respuesta, quería hacerle saber que no era necesario que me dijera nada, que yo entendía que ya había pasado mucho tiempo pero mis pensamientos fueron interrumpidos por su respuesta: "tú también me gustas, desde hace tres años" mi corazón desbocaba felicidad y otra vez me volví a paralizar, quería decirle que podía estar conmigo sin estar atada a algo, que sería libre aún estando a mi lado, pero no lo hice y mi tiempo se acabó, llegamos a su puerta, ya la estaban esperando, me despedí fugazmente sintiendo cómo la sangre subía a mi rostro, quería gritar y saltar, presumirle a todo el mundo, sin embargo solo me di la vuelta y emprendí mi camino a casa.