miércoles, 7 de noviembre de 2012

Con Sabor Amargo...

No, no, no, otra vez no... Comencé a sacudir mi cabeza, esto no podía estar ocurriendo otra vez, pero miré mis manos llenas de un líquido color escarlata que escurría por mis dedos para luego manchar al suelo; retrocedí unos pasos con mis ojos abiertos como platos, estiré mis brazos, no los quería cerca de mi, no manchados con culpa. Y ahí, sin vida estaba su cuerpo, tirado sobre un charco de sangre que me reflejaba, las lagrimas comenzaron a amenazar con salir, yo sólo di media vuelta y me eché a correr hacia el lago.






Él había sido tan amable conmigo, aún cuando todos le advirtieron que no me hablara, que era peligroso, que todos los que intentaban ser mis amigos acababan muertos, aún así se arriesgó, creyó que todo eso eran rumores, se acercó a mi, me brindó una sonrisa, el miedo me invadía pero quise pensar que esta vez sería diferente. Pasaron los días, las semana y nada cambió, ningún signo apareció, mi esperanza comenzó a relucir cada vez más fuerte.


Esta vez sería diferente...


Llegó la noche, ambos caminábamos por el centro de la ciudad, y de pronto sin decirlo me tomó de la mano, pude sentir como los colores subían a mi rostro y como mi corazón se aceleraba, volteé a mirarlo y pude notar ese brillo en su mirada, como el color de sus mejillas también se encendía y sin notarlo una sonrisa se escapo de mis labios. La luna mostraba todo su esplendor, aquello era por mucho lo mejor que me había pasado. Una brisa fresca acarició mi piel y entonces todo cambió, una nube ocultó a la luna, el frío comenzaba a apoderarse de la atmósfera, él se detuvo y me abrazó y entonces una ráfaga de viento nos latigó, él me apretó con más fuerza contra su pecho.

- No importa lo que pase, quiero que sepas que yo, yo, yo te quiero...

Me dio un besó en la frente, el llanto se apoderó de mi, pude notar como mi miraba cambiaba al ver la expresión de su rostro al mirarme

- Yo, lo, lo siento

Se alejó unos cuantos pasos, me miro lleno de horror

- ¿Qué está pasando?

Dejé de llorar, luché contra mis instintos

- Debiste escucharlos, no debiste de haberme hablado aquel día, ahora corre, ¡corre!

Comenzó a retroceder, cada vez más rápido hasta que yo comencé a avanzar hacia él

- Que el juego comience

Él tan sólo dio media vuelta y empezó a correr, que ingenuo era, jamás podría escapar de mi. Lo dejé esconderse para luego buscarlo, siempre era más divertido de esta manera, los humanos siempre eran tan inocentes, tan débiles, tan inofensivos. Cuando por fin lo encontré algo en mi quería pasarlo por alto, pero tan sólo fue un instante. Entré a su escondite y lo vi, temblando, suplicando por su vida, diciendo que "eso" no era yo, pero estaba equivocado "eso" era mi verdadero yo, y entonces simplemente le corté la garganta...

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