En el día el cielo fue tan azul que me parecía casi irreal, es cierto lo que dicen, después de la tormenta siempre llega la calma; en la noche pude ver las estrellas y entonces supe que tú también las estabas viendo, pude sentir como sostenías mi mano mientras decías que la estrella más brillante era la que algún día sería mía, la luna mostraba una leve sonrisa, después volví a la realidad, no estabas ahí pero sé que al menos veías el mismo cielo que yo, en ese momento fue cuando entendí que dos personas no tienen que estar físicamente juntas para, bueno, valga la redundancia, estar juntas, que basta con que ambas miren al cielo pensando lo mismo.
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