miércoles, 13 de junio de 2012

Soñando despierto...

A caso ¿era real? ... No lo sé, su cabello azul revoloteando contra el viento, su pálida piel del color de la leche, su delgada figura y sus ojos violeta.
La miraba, no podía dejar de hacerlo, me provocaba una sensación de infinita paz, quería tomar sus manos entre las mías, poder guardar su imagen eternamente en mi memoria. Me volteó a ver, su sonrisa iluminaba su rostro, sin pensarlo coloqué mis dedos sobre su mejilla, los deslicé hasta llegar a su cuello, y luego los regresé hacia el alfeizar.
- ¿No es hermosa la vista? - dijo ella refiriéndose hacia el atardecer que estaba frente a nuestros ojos, las tonalidades de azul que se dibujaban ante nosotros, como la noche devoraba el día y lo escondía detrás del horizonte.
- Sí, es hermosa - pero no dejaba de verla, no podía, sentía una atracción totalmente fuera de lo común, sus ojos me hipnotizaban, sus labios me tentaban, no podía dejar de admirarla. Quería vivir el resto de mi vida a su lado, yo haría cualquier cosa que me pidiera, le daría lo que necesitara, nunca le faltaría nada. Pero, mi amor tenía que permanecer oculto, ardiendo en mi pecho con tal intensidad, no podía revelarlo, sabía que ella no sentía lo mismo.
La noche llevó su manta sobre nosotros, sólo la luz de la luna me permitía contemplar su silueta, ahí, junto a mi, como quisiera haberla abrazado, no soltarla jamás, que se quedará entre mis brazos, besar sus labios, pasar mis dedos entre sus cabellos. No lo hice. Ella no me amaba.
- ¿Sabes? algún día quisiera que alguien me admirara como yo admiro la luna - Si supieras que yo lo hago ahora mismo, que ni la misma luna puede hacer que mi mirada se desvíe más allá de tu rostro
- Quizá ya haya alguien, pero no te hayas dado cuenta
- Uhm - resopló - Quizá, pero por ahora estoy aquí contigo y quisiera vivir el momento, el amor ha de llegar, yo tan sólo debo esperar - sonrió y regresó la mirada hacia el cielo, apoyó su cabeza en mi hombro, la abracé y ella volteó su mirada hacia mi rostro
- ¿Me quieres? - preguntó con tristeza
Mis dedos llegaron a su mejilla, le besé la frente, ¡Qué pregunta tan tonta era aquella! ¿Quererla?, yo la amaba, pero no podía decirle mi amor.
- Más que a mi propia vida - le contesté - más que a mi propia vida.
Me regaló un beso en la mejilla. Nos quedamos ahí, frente a la luna, frente a la infinidad de la oscuridad de la noche que majestuosa se extendía ante nosotros. Cerré mis ojos. El momento pasaba, los segundos, los minutos, las horas.
- A veces pienso que esto sólo es un sueño y que en cualquier momento despertaré - su voz era el único sonido que ahora se escuchaba
- No quiero que eso pase, si esto es un sueño, quiero vivir eternamente dormido - la abracé fuertemente, sólo pensar la idea, ¿estar dormido? era lógico, pero no quería, la sujete entre mis brazos, no la quería soltar, tenía miedo de que se desvaneciera. Sentí sus brazos rodeando mi cintura, su cabeza acurrucada entre mi pecho.
- Esto es real, lo es - Llevé mis dedos a su boca, dibuje sus labios con las yemas, parecían de seda, cerró los ojos, agaché la cabeza, cerré mis ojos y busqué su boca con mis labios, la besé.
Sostenía su  rostro entre mis manos, ella echó sus brazos a mi cuello, sentí como si estuviera tomando agua en medio del desierto, aquel simple beso para muchos, para mi había abierto un paraíso. Sentí elevarme en el aire, me olvidé del mundo entero, ahora sólo eramos los dos, nada más existía.baje mis manos a su cadera, quería que aquel momento fuera eterno.
No necesitaba las palabras, ya no necesitaba nada, sólo tenerla ahí, entre mis brazos, con mis labios junto a los de ella. Ella era excepcionalmente hermosa, lo más perfecto que he visto en mi vida.

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