jueves, 17 de abril de 2014

Una chica inusual...

Jamás creí conocer a nadie como ella, aún recuerdo la primera vez que la vi, como el sol amablemente iluminaba su rostro y le daba ese brillo especial a su piel tan blanca como la porcelana, la veía tan frágil en aquella delgada estructura. Las nubes ocultaban a ese gran ser que ilumina la tierra y sin embargo el dejaba escapar algunos rayos que le brindaba un brillo especial, como sabiendo lo extraordinaria que ella era, podía ver sus ojos a través de sus lentes, esas puertas que encerraba millones de secretos detrás de una dulce mirada y una sonrisa espectacular, podía ver su cabello recogido y la manera en que algunos de ellos, rebeldes, caían a lado de su cuello, tentados a rozar sus hombros, así, también podía observar su flequillo que tenía esa manera tan particular de enmarcar cada facción haciéndola lucir aún más resplandeciente, veía esos tonos tan extraordinarios en su cabello, un rosa que me recordaba algodón de azúcar y que inmediatamente me traía a mi pensamiento un día lleno de alegría y diversión; ese verde que quizá en un tiempo fue azul y que aún dejaba escapar algunos destellos del color del mar profundo juguetones en las puntas.

Sí, sin duda era alguien fuera de lo usual, alguien a quien anhelaba conocer. 

Pude escuchar su voz por primera vez, y como encajaba perfectamente en su imagen, sus palabras, que parecía, hacían flanquear mis rodillas; pude ser capaz de rozar su piel con un gentil saludo y por un momento juré estar en el cielo y que un ángel había acudido a mi encuentro. 

Ella era particularmente hermosa y no, no me refiero a la belleza convencional, ningún estereotipo podría encerrarla, ella era bella por cada pensamiento que recorría su cabeza, por cada palabra que, con sentido, salía de su boca, tenía ese tipo de belleza que pocos rara vez aprecian, donde sus ideas no sólo quedaban ahí, sino que trataban de volar y cobrar fuerzas para vivir, era justo el tipo de persona que creí que no existía y que sin embargo ahora estaba parada justo enfrente de mi, tan cerca, y aún así era una persona a la cual sólo podría contemplar de lejos, sin hacerle saber todo lo que en mi había provocado, todas las sensaciones nuevas que había creado, todo el caos que ahora yacía dentro de mi, y todo con tan sólo una sonrisa, no era capaz de imaginar lo que sería capaz de lograr si dedicase su atención a mi.

Pero tristemente un pensamiento nubló toda mis aspiraciones, ella no sería mía, le pertenecía al mundo, donde pudiera cambiar todo lo que deseaba y obtener cualquier cosa con tan sólo dedicar una mirada.

No, ella no podía ser peligrosa, aún sí bien sé que la más bella de las criaturas puede ser la más temible de todas, yo sabía que ella era inocente, podía notarlo en sus ojos, en esos profundos ojos que me invitaban a ser parte del mundo de aquella extraña joven...

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