viernes, 9 de agosto de 2013

Fragilidad...

Ayer hubo un momento donde pensé que me iba a desmoronar, donde tantos fueron los recuerdos que se amontonaron en mi memoria que amenazaban con hacerme llorar, y yo estaba ahí, sola, a punto de colapsar, deseando con todas mis fuerzas que alguien estuviera a mi lado y que me abrazara, que me dijera que el pasado pasó y que nada puedo hacer para cambiarlo, pero no había nadie... 
Y de pronto lo vi pasar y todo fue peor, pensé por un instante que sí le hablará todo estaría mejor, pensé que esa sería la solución, le seguí con los ojos cada movimiento, quise correr a abrazarlo y pedirle que todo fuera como era antes, pero sé que eso es imposible y llegué a ese punto donde quería correr con toda mi alma pero que mi cuerpo estaba rígido y no quería moverse ni un centímetro; cuando lo perdí de vista, me relaje, volví a mirar al suelo y a pensar de nuevo en los malditos hubiera, si tan sólo hubiera sido más valiente, si tan sólo hubiéramos estado juntos, entonces quizá todo hubiese sido distinto de alguna manera, quizá a lo mejor en ese momento no estaríamos solos, no, quizá hubiésemos estado juntos caminando y hablando como en mejores tiempos... 
Pero no era así, me resigné y comencé a caminar a lo largo del pasillo para llegar a las escaleras y cuando me detuve a mirar, él estaba ahí viendo hacia donde yo estaba, sentí como los colores me subían a las mejillas, y no hice otra cosa más que mirar hacia otro lado.

¡Cuanto daría por saber que pasó por su cabeza cuando nuestras miradas se cruzaron! Y esta vez quise salir huyendo de ahí, pero me resistí, no podía seguir así toda mi vida, tenía que hablarle, tenía que saber que pasaba por su cabeza cada vez que me veía, no podía encontrar valor por ninguna parte, bajé las escaleras pero algo me detuvo y corrí de nuevo hacia arriba, ¿qué estaba haciendo? por supuesto que él no quería hablar conmigo, pero sí no quería, entonces, ¿por qué me felicitó en mi cumpleaños? Y no sólo eso, si no que él fue el primero en hacerlo, no había forma de que se acordase que yo cumplía años ese día, yo aún le importaba, o eso quería creer, no sabía que pensar, pero sólo podía hacer dos cosas en ese momento, hablarle o salir huyendo. Necesitaba más tiempo para pensar, pero este es traicionero y cuado más lo necesitas, más rápido avanza, aún no estoy segura de donde saque toda esa valentía, volví a bajar las escaleras y caminé hacia donde él se encontraba sentado, recuerdo como mi corazón latía a mil por hora y como sentía a mi estómago resolverse, apreté mis puños y continué avanzando, me senté a su lado sin decir nada, ¿qué demonios estaba haciendo? no podía articular ninguna palabra, aquello había sido un error, lo estaba empeorand todo, y de pronto sonreí, voltee a mirarlo y le dije "hola", él contestó mi saludo y con sólo escuchar su voz todo sé tranquilizó, mis manos dejaron de temblar, mi corazón volvió a latir normal, todo volvió a ser como era, le pregunté algunas trivialidades, platicamos como dos personas que recién se conocían, me dedico algunas sonrisas, pero más que eso, me regaló esperanza, al escribir esto me siento algo tonta, pero es la verdad, poder tocarlo, hablarle, estar con él, todo eso me había regalado algo que hace tiempo no sentía, tranquilidad, paz, me sentía bien conmigo misma, ya no sentía esas ansias que me acosaban, ahora todo estaba bien. 

Pero estaba equivocada, aquel efecto no me duraría mucho, yo necesitaba sacarle de mi cabeza, no podía seguir así, ya no, necesitaba que el me dijera algo que realmente me doliera, que me hiciera caer de golpe a la realidad, que quebrara todas mis ilusiones para así poder olvidarlo. ¿Cómo iba a lograr eso?  Me dolía, me dolía demasiado cada ves que lo veía, porque no podía hablarle, ya no tenía las fuerzas, ni el valor, sólo podía evitarlo y seguir como sí nada hubiese pasado aún si en el fondo me caía a pedazos implorando una sonrisa, ¡que patético! Pero así es como me siento, debo cambiarlo de  alguna manera, dejarlo ir, y así poder volver a ser feliz y que no se caiga todo por el simple hecho de cruzármelo en mi camino; porque quizá sí estaba en el destino el que nos conociéramos pero no el que estuviéramos juntos, y yo no puedo forzar a que pase algo que no debe pasar, no soy nadie para hacerlo. 

¿Cómo ir en contra de esto? No le pondré nombre, pues no estoy segura de que lo tenga, simplemente quiero que termine.

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